José Abalos K., Director Ejecutivo AUR: “Premios nacionales: más del 90% en Santiago, una deuda histórica con las regiones”

José Abalos K., Director Ejecutivo AUR: “Premios nacionales: más del 90% en Santiago, una deuda histórica con las regiones”

La conformación histórica de Chile, impulsada desde la Colonia y durante las tres centurias siguientes, ha dado lugar a un país marcado por una creciente centralización de sus actividades sociales, políticas y económicas.

Ella se expresa en una excesiva concentración de su población en la ciudad capital, y la implementación de políticas públicas homogéneas, diseñadas en Santiago, que no reconocen la diversidad regional ni las demandas y anhelos de las comunidades locales.

Así, nuestra organización político-administrativa y territorial se ha convertido en un lastre para los procesos de desarrollo y generadora de tensiones por inequidades que favorecen a unas comunidades en abierta discriminación de otras.

Si bien, la cuestión regional ha sido acogida por todo el espectro político y en diversos programas presidenciales, poco se ha avanzado, y medidas como el fortalecimiento municipal o la creación de gobiernos regionales, no han aminorado el problema. Así, los procesos de desarrollo regionales y locales dependen fundamentalmente de decisiones tomadas en instancias centrales –ejecutivo y parlamento- más que de las autoridades elegidas por las propias comunidades territoriales.

Resistencia ciudadana y universitaria al centralismo

Varias iniciativas ciudadanas han denunciado esta situación y propuesto medidas para remediarla –CORBIOBÍO, Chile Descentralizado, entre otras-. Se puede agregar la Asociación Chilena de Municipalidades y recientemente la Asociación de Gobernadoras(es) Regionales (AGORECHI). Pero, la justicia y racionalidad de sus demandas y propuestas han sido sistemáticamente ignoradas.

Inevitablemente, la educación superior es tributaria de este esquema centralista que, como en otras áreas de la vida nacional, no termina por reconocer la diversidad de contextos en que se realiza su quehacer. De hecho, la creación de universidades o de sedes regionales, fueron iniciativas de comunidades locales más que impulsos del nivel central e incluso, en algunos casos señeros, constituidas en contra de la voluntad de Santiago.

Superando diversas barreras, hoy existen 22 universidades regionales que acogen a 250.000 estudiantes de pre y posgrado, más de 20.000 académicos(as) y funcionarios(as), y cuyas actividades los han transformado en polos de desarrollo de sus comunidades y territorios.

Sin embargo, el pesado centralismo impone diversos obstáculos, implícitos o explícitos, al quehacer universitario en regiones fuera de Santiago. Esto justificó la creación de la Agrupación de Universidades Regionales (AUR) en 1996 que, constituido en un espacio de colaboración entre sus instituciones, ha enfatizado la mirada territorial a la educación superior y procurado potenciar su rol de agentes de desarrollo regional y descentralizador.

En coherencia con esos propósitos, ha destacado a personas e instituciones que han hecho aportes relevantes a sus instituciones, sus regiones y al país. En 2024 se distinguió a un conjunto de académicas y académicos que se han destacado en la docencia, investigación o vinculación con el medio. Y también ha reconocido a personas e instituciones que han aportado al desarrollo de las artes, cultura, comunicaciones, o en el ámbito social y político.

Premios Nacionales: talento reconocido, pero concentrado

En este contexto, llama la atención lo que ocurre con los premios nacionales. Según la ley 19.169, los premios están “destinados a reconocer la obra de chilenos que por su excelencia, creatividad, aporte trascendente a la cultura nacional y al desarrollo de dichos campos y áreas del saber y de las artes, se hagan acreedores a estos galardones”.

Al revisar los premios nacionales asignados se observa que todas las personas cumplen sobradamente con los criterios definidos y muchos ostentan importantes reconocimientos a nivel internacional. Pero, simultáneamente, se aprecia una marcada concentración territorial e institucional –sin ignorar el evidente sesgo de género-.

En efecto, al revisar los lugares de residencia e instituciones donde mayoritariamente ejercieron su labor los Premios Nacionales, los datos son contundentes:

Artes Musicales: 17 premiados de Santiago y solo 1 de regiones.
Artes de la Representación: 16 de Santiago y 0 de regiones.
Artes Plásticas: 14 de Santiago, 2 con carrera internacional y 0 de regiones.
Ciencias Aplicadas: 16 de Santiago y 1 de regiones.
Ciencias Naturales: 14 de Santiago y 3 de regiones.
Periodismo: 23 de Santiago y 3 de regiones.
Historia: 20 de Santiago y 6 de regiones.
Ciencias de la Educación: 23 de Santiago y 0 de regiones.
Literatura: 52 de Santiago y 6 de regiones, aunque muchos de los primeros son oriundos de regiones que migraron a la capital atraídos por la vida cultural santiaguina.
En las dos menciones a premiar este año -Ciencias Exactas y Humanidades y Ciencias Sociales- la situación es similar, en cada caso hay 16 de Santiago y solo 1 de regiones.

Los resultados son contundentes, 251 personas premiadas, de ellas 229 vivían y trabajaban en entidades de la capital y solo 22 eran propiamente de regiones, equivalente al 8.7% del total. De estas últimas, solo la mitad está vinculada a una universidad regional.

Una deuda de reconocimiento con las universidades regionales

Estas cifras pudieron justificarse décadas atrás cuando en Chile había pocos espacios, principalmente en la capital, dotados de mayores fortalezas o recursos institucionales que permitían a sus integrantes el desarrollo de sus talentos y aportes que los hacían merecedores de este premio.

Entrado el siglo XXI el panorama es distinto. En efecto, con grandes esfuerzos y superando todo tipo de obstáculos, las comunidades regionales, y particularmente sus universidades, han sido el lugar desde el cual diversas mujeres y hombres han realizado una obra plena de excelencia, creatividad, con aportes trascendentes al desarrollo cultural y científico de Chile y del mundo. Por sus talentos han logrado grandes reconocimientos a nivel internacional.

Universidades regionales han alcanzado niveles de excelencia en los exigentes criterios de calidad, pero no han logrado que los talentos y saberes de sus académicos(as) sean reconocidos en la entrega de este galardón.

Inevitablemente, surgen interrogantes que invitan al análisis: ¿Cuál es hoy el sentido o significado de los premios nacionales? ¿Cómo dialoga el peso simbólico de su entrega con la necesaria descentralización? ¿Cómo se ponderan los aportes y esfuerzos realizados en contextos institucionales y territoriales tan diversos y asimétricos?

Fuente: https://www.biobiochile.cl/noticias/opinion/columnas-bbcl/2025/06/25/premios-nacionales-mas-del-90-en-santiago-una-deuda-historica-con-las-regiones.shtml



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